miércoles, 23 de noviembre de 2011

LA NOCHE DE SAN JUAN

Es común en las familias del lugar una o más personas de nombre Juan o Juana. En torno a ellos giran las celebraciones que realizan en la noche de San Juan.
Alrededor del fogón se reunen los parientes y amigos a cocinar un asado de cerdo, a tomar chicha de manzana o vino, a contar chistes, a preparar el tropo con la grasa que se desprende del asado y a planear y realizar las tradicionales pruebas de la noche de san Juan (la prueba de las papas, de las agujas, etc.).
A las 12 de la noche en algunas ocasiones los valientes hombres que participaban en la celebración salen en busca de los codiciados entierros, que según la creencia, arden a esa hora.
Del resultado nadie se pronuncia, por su parte el dueño de casa sale después de las 12 de la noche a guasquear sus árboles frutales para que tengan una producción abundante en la próxima temporada.

Tesoros y Entierros

En Chiloé las historias de entierros, y de fortunas que han adquirido quienes los vieron arder y siguieron las pistas para encontrar las riquezas enterradas por los Españoles, o por comerciantes que no encontraron mejor manera de guardar su dinero y murieron sin revelar su secreto.
Durante la noche de San Juan es cuando en mitad del campo se ven llamas que se encienden y se apagan, indicando el lugar donde esta sepultado el tesoro. Si la llama es roja, el entierro es de oro, si la llama es blanca, el entierro es de plata.
Al conocer la existencia de un entierro se recomienda llevar una vela encendida, ya que al dejarla en el suelo la vela comienza a hundirse en la tierra, lo cual indicará el lugar donde se encuentra.
Para tratar de sacar un entierro no hay que llevar nada bendito, porque entonces el tesoro se corre o desaparece.
Al desenterrarlo no hay que nombrar a Dios ni a ningún santo, por que el entierro cambia de lugar. Las visiones son animales monstruosos, culebras, esqueletos, ruidos de cadenas, llantos y lamentos de almas penando. Si con el susto que provocan las visiones se nombra a Dios o algún santo, el hoyo del entierro se llena de excrementos.
Al abrir la caja de fierro o el caldero, se debe evitar respirar el vahó de la plata y los gases venenosos de las monedas y joyas enterradas. Para no sufrir el efecto, hay que tirar un gato o un perro negro al hoyo. Si esto no se hace, quien respire ese gas morirá en muy corto plazo.


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